Despedida multitudinaria a Maradona
Con suma consternación por parte de familiares, personalidades de la política y del deporte, y con un gran desborde de gente, se realizó ayer el masivo adiós a Diego Armando Maradona en el velatorio desarrollado en la Casa Rosada.
El féretro de la leyenda del fútbol mundial salió a las 0.46 de una casa velatoria ubicada en el barrio de La Paternal y llegó a la Casa Rosada a la 1.08.
Allí ya esperaban su ex esposa Claudia Villafañe y sus hijas Dalma y Gianinna para dar inicio a un velatorio íntimo en el Salón de los Pueblos Originarios, a cajón abierto para sus familiares directos, amigos y ex compañeros autorizados.
Luego ingresó la ex pareja Verónica Ojeda, con su hijo Diego Fernando; pero no pudo hacerlo la última novia del astro, Rocío Oliva, por no figurar en la lista de las personas autorizadas por la familia.
A las 6.17 las puertas de la Casa de Gobierno fueron abiertas para las miles de personas que desde el miércoles aguardaron en Plaza de Mayo para despedir al ídolo.
El presidente Alberto Fernández llegó a las 10.55 a la Casa Rosada, desde la Residencia de Olivos, y se dirigió al hall de entrada de calle Balcarce 50, donde se desarrollaba el velatorio abierto al público.
Acompañado por la primera dama, Fabiola Yañez, y funcionarios del Gabinete nacional, el Presidente saludó a la familia Maradona, se acercó al ataúd visiblemente conmovido y colocó sobre él una camiseta de Argentinos Juniors y dos pañuelos blancos, símbolo de la lucha de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y los organismos de derechos humanos.
La primera dama, que lo acompañaba, llevó a Diego un ramo de rosas rojas y ambos permanecieron varios minutos en silencio frente al féretro. A metros habían colocado dos coronas del Presidente, una personal con flores y los colores de Argentinos Juniors, el equipo en el que comenzó Maradona y del que el mandatario es simpatizante, y otra institucional del Gobierno nacional.
Fernández volvió a bajar al velatorio poco después de las 14, acompañado por el Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, y luego se sumó Martín Guzmán, ministro de Economía.
A las 14.36 ingresó a Casa Rosada la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, quien fue recibida por el ministro del Interior, Eduardo «Wado» de Pedro, y por Kicillof; y de inmediato se dirigió al hall donde se dispuso la capilla ardiente.
Allí, saludó y conversó con Claudia, Dalma y Gianinna -quienes en todo momento estuvieron junto al féretro- y luego colocó un rosario sobre el ataúd de Maradona y se quedó por unos minutos con sus manos apoyadas. A metros estaba la corona que había ofrendado.
La Embajada de Italia en Buenos Aires colocó sobre el ataúd camiseta del Napoli con el número 10, junto a la camiseta de la Selección Nacional, a la de Boca Juniors y a la de Argentinos Juniors.
Poco antes de las 14 los jugadores de Gimnasia y Esgrima de La Plata y los ayudantes de Maradona, Sebastián Méndez y Adrián González, ingresaron, se pararon en una especie de semicírculo, desplegaron una bandera con la figura del astro y la leyenda «Somos el Pueblo» y durante unos 15 minutos quedaron frente al féretro, con flores azules y amarillas en las manos, en llanto.
Durante la jornada la gente fue ingresando por el acceso personal de calle Balcarce 50, para dirigirse al hall, donde estuvo el féretro, y retirarse por Balcarce 24.
Con un tránsito fluido muchos simpatizantes optaron por pasar en silencio, otros con cánticos y gritos, y muchos ofrendado camisetas de todos los clubes, gorros, banderas, bufandas y posters.
Pero a las 15.15 se desbordó la sala por el ingreso masivo de hinchas, muchos de los cuales treparon las rejas de acceso a Casa Rosada, lo que motivó el retiro del féretro y el traslado hasta el Salón de los Pueblos Originarios, ubicado a unos 30 metros, donde continuó un velatorio íntimo.
El propio Presidente y Cafiero salieron al tradicional balcón de Casa Rosada para calmar a la gente.
Los simpatizantes circularon hacia la salida de Balcarce 24, pero muchos optaron por ingresar al patio de Las Palmeras, donde se quedaron unos minutos coreando el nombre del astro.
De allí fueron desalojados por la Galería de los Bustos Presidenciales, donde algunos tiraron y rompieron el de Hipólito Yrigoyen.
El velatorio, cuya culminación estaba prevista a las 16, se iba a extender hasta las 19, pero los incidentes adelantaron nuevamente el final.
A las 17.44 el féretro fue retirado por la explanada que da a la calle Rivadavia, donde esperaba un coche fúnebre que salió por calle Hipólito Yrigoyen, para trasladarlo a un cementerio de la localidad bonaerense de Bella Vista, a 40 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires.
El cortejo fúnebre cambió el recorrido original y tomó por Paseo Colón hasta la Autopista 25 de Mayo para ir luego al Cementerio Jardín de Bella Vista, en el partido de San Miguel.
Atrás quedaron mil imágenes del dolor por la pérdida del ídolo, los llantos de la familia y de los no tan cercanos, las muestras de amor de los que se acercaron y de todos lo que, más allá de la muerte, saben que estará siempre presente.
«La pérdida golpea a los excluidos»
El director técnico del Leeds United, Marcelo Bielsa, aseguró que Diego Armando Maradona «fue un artista» y que la muerte de un ídolo como él golpea más a los excluidos porque «son los que más necesitan creer que es posible triunfar». «Maradona fue un artista. La dimensión de la repercusión de su muerte tiene infinidad de reconocimientos», subrayó Bielsa en conferencia de prensa. En ese sentido, el ex entrenador del seleccionado argentino de fútbol remarcó: «hay un reconocimiento a lo que él le dio a los espectadores en forma de belleza y, en cuanto a lo que significa para nosotros en particular (los argentinos), Diego nos hizo sentir esa fantasía que genera el ídolo». «El ídolo, el mito, la leyenda, hace que un pueblo crea que lo que hace esa persona somos capaces de hacerlo todos, por eso la pérdida de un ídolo golpea tanto a los más excluidos e indefensos porque son los que más necesitan creer que es posible triunfar. La pérdida de un ídolo es una sensación de debilidad para todos nosotros», consideró Bielsa.